Don Benito y Villanueva de la Serena no pueden perder la oportunidad de la fusión, según ha destacado el profesor dombenitense Julián Mora Aliseda en un foro organizado por la plataforma Asiseva en el Palacio de Congresos de Villanueva en días pasados con asistencia de representantes políticos, empresariales y sociales.
“No podemos volver a repetir el error del año 1822, cuando por un grupo dirigente con fuertes intereses particulares dejaron escapar la oportunidad de haber sido una provincia independiente teniéndolo todo (mayor población que 36 capitales elegidas y economía más próspera), para luego caer en el ránking de las ciudades importantes”, recuerda.
Julián Mora Aliseda cree firmemente que aparte de otras cuestiones políticas y administrativas “es importantísimo el escenario de creación de un Distrito Industrial ligado estrechamente a los puntos de nuestras reivindicaciones (Universidad, Autovía del Levante, Ferrocarril electrificado Sines-Puertollano, Plataforma Logística y Centro Tecnológico). Sería un cambio de escenario espectacular para el futuro, quien hace siempre lo mismo consigue siempre lo mismo. El futuro pasa por la disrupción del modelo”.
Según el profesor Mora Aliseda, una de las voces más autorizadas en la materia, no en vano lleva décadas defendiendo la fusión, “los distritos industriales, tradicionalmente, han tenido mucho que ver con el desarrollo local de una zona (ciudad o región) en los países donde se han instalado, dado que ahí se genera una economía y unos conocimientos que benefician tanto a los trabajadores como a las empresas y, consecuentemente a la región, donde se ubiquen estos distritos, permitiendo el desarrollo social, económico y tecnológico. Pero esto no siempre fue así. Anterior a la década de los años 60 del pasado siglo los principales focos industriales y polos de desarrollo eran instalaciones mono-sectoriales de hiper-especialización en una rama productiva. En los últimos años la atención del desarrollo se centra en las pequeñas y medianas empresas, las cuales empiezan a cobrar importancia y se convierten en el principal motor de la economía y por tanto las que más favorecen al desarrollo local. En este caso, la zona de Vegas Altas, La Serena y Siberia serían un nuevo paradigma para el desarrollo rural”.
“Para que este desarrollo local sea efectivo –añade- es pertinente la cooperación, al igual que dentro de los distritos industriales las empresas tenían que colaborar para desarrollarse, ahora es necesaria también la reciprocidad entre empresas e instituciones públicas , con el objeto de que estas últimas ejecuten políticas y legislen correctamente teniendo en cuenta las necesidades de las empresas, favoreciendo así, su desarrollo. Esto es algo fundamental porque si las empresas no cuentan con apoyo institucional y en vez de facilitarle sus tareas se las dificultan, se acabarán yendo a otros lugares en los que si se les facilite su progreso”.
El profesor Mora Aliseda considera que “para que estas pequeñas y medianas empresas funcionen y puedan crecer es necesario que tomen acciones en consonancia y cooperen entre ellas porque las pequeñas empresas no tienen capacidad suficiente para engendrar todos los elementos de la cadena de producción, por lo que el “equipo local” necesita también de “fichajes” de mayor entidad (empresas grandes) que les aseguren no sólo encomiendas sino que les facilite el uso de sus infraestructuras y la apertura de nuevos mercados. Esto es lo que llamamos economía externa. Cuando las empresas se dan cuenta de esto y empiezan a relacionarse entre ellas y a beneficiarse las unas de las otras se crea un sistema transformador articulado en el que todas están coordinadas y cada una aporta un producto distinto, a veces complementario”.
Esto genera en el territorio una especialización inductora de nuevas iniciativas que de otro modo excepcionalmente hubieran surgido en esos entornos menos proclives, ya que estas empresas tienen que ser del mismo sector o correlacionadas para abordar las distintas fases del proceso de producción, manifiesta.
“Para que esto sea posible hay que incentivar el progreso económico e inculcar a la población una cultura de actividad competitiva en lugar de un esquema que propende a la dependencia social, cuestionando al sector empresarial, desincentivando el riesgo a través de legislaciones restrictivas en todos los ámbitos y numerosas trabas burocráticas para conseguir licencias y autorizaciones administrativas que, con el paso del tiempo se evidencian como un fraude para las iniciativas empresariales por una regulación inadecuada y nociva que se plasma una desconfianza por parte las instituciones hacia todo aquello que no surja del presupuesto público y, viceversa”, subraya.
Según Mora Aliseda, “a esto hay que añadirle la capacidad inventiva para mejorar los medios de producción y así poder alcanzar un grado más elevado de competitividad. Para esto último es necesario conocer y manejar las nuevas tecnologías, las cuales nos permiten producir más y mejor y, por ende, ser más eficiente, económicamente hablando, en la cadena de producción”.
“Además de todo lo argumentado, es necesario que las empresas se asienten en ciudades medias con mucho potencial, caso de la fusionada Don Benito-Villanueva, por ello es pertinente que las entidades públicas inviertan fondos en mejorar tanto el capital social como las infraestructuras. Y, por supuesto, que la sociedad exija y se comprometa con el destino que se abre. No podemos volver a repetir el error del año 1822, cuando por un grupo dirigente con fuertes intereses particulares dejasen escapar la oportunidad de haber sido una provincia independiente teniéndolo todo (mayor población que 36 capitales elegidas y economía más próspera), para luego caer en el ránking de las ciudades importantes”.